Imaginemos la larga silueta de un joven. Es un detective privado prodigiosamente dotado para la observación y la deducción lógica, misántropo, adicto a las drogas y experto en química y en las ciencias forenses de la época. Así mismo, es un gran maestro en el arte del disfraz y sus audaces hazañas son narradas por su amigo y confidente, un médico. Otro doctor aterroriza y fascina por igual a nuestro héroe. El joven se ve involucrado en un caso de asesinato cuando su vecino, Jean-Louis Guérin, es acusado de haber envenenado con arsénico a su señor, el banquero Bréhat-Lenoir.

Contrariamente a las apariencias, este retrato no es el de Sherlock Holmes, ni tampoco nos referimos al Dr. Watson o al Dr. Moriarty. El retrato describe al héroe de la novela «Maximilien Heller», publicada en Francia en 1871, casi dos décadas antes de que vieran la luz las primeras investigaciones de Sherlock Holmes en 1887.

Claude Mesplède, experto en detectives de ficción, escribe en el «Dictionnaire des Littératures Policières»:«Heller es un misántropo neurótico.El hecho de que el héroe sea adicto a las drogas, maestro en el razonamiento deductivo y tenga un médico como confidente, nos podría llevar a sospechar que su autor, Henry Cauvain, habría plagiado el Sherlock de Conan Doyle. Nada más lejos. La novela fue publicada dieciséis años antes de la aparición del famoso detective británico».

Sobre el autor

Henry Cauvain (1847-1899) llevó una doble vida como alto funcionario y escritor. Su carrera como novelista comenzó con la obra que nos ocupa, Maximilien Heller, publicada por primera vez en 1871, que obtuvo un éxito considerable y fue reimpresa repetidamente en años posteriores.

 Seguidamente publicó una serie de novelas históricas entre las que destacan Le chariot d’or (1875), Le Roi de Gand (1877) y Le Grand Vaincu (1883); y escribió, así mismo, otras novelas de misterio entre las que podemos destacar Un cas de folie (1882) y La Main sanglante (1886).

Cauvain también colaboró con varios periódicos a lo largo de su vida, aunque su actividad principal siempre fue la de alto funcionario de Hacienda, carrera que concluyó como tesorero general en Annecy y Evreux. Murió en Lausana en 1899, a los 52 años.

Su detective privado, Maximilien Heller, prefigura el personaje de Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes.

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