El día que esto acabe, me sentiré como un gatito desperezándome y estirándome después de un largo sueño. Como un gatito feliz, delante de la Tour Eiffel, que con paso firme y la lección aprendida inicia un nuevo ciclo.

Dicen que en esta vida todo sucede por algo; tal vez esto que estamos viviendo nos ha venido a enseñar que la mayor soledad que existe es estar acompañado por la persona equivocada por miedo a la melancolía. Que toda decisión tiene su consecuencia. Que la vida es un paseo que se acaba en seguida y no merece la pena perder el poco tiempo que tenemos con personas que no merecen la pena. Tal vez nos ha venido a enseñar, a valorar a nuestros mayores, valorar el abrazo, el beso de unos padres ancianos, el poder verlos, el hablar con ellos, acurrucarnos en sus amorosos brazos, tener una conversación con ellos… A valorar a la familia, aunque siempre exentan pequeños desencuentros…

Matilda se desperezó en la silla y con lentitud se levantó y salió al huerto, cogió una cesta y comenzó a recoger manzanas, su tarta de manzana era la más famosa de París. El restaurante lo había heredado de su padre, pero fue ella quien lo llevo a lo más alto consiguiendo tres estrellas Michelin. Su tarta de manzana era elogiada por todos los críticos gastronómicos, aunque aún se enfurecía cuando, recordaba la comparación que habían hecho en Le Figaro entre su tarta de manzana y el mediocre tiramisú de ese chef de pacotilla. «Dos maravillosas reinvenciones de dos postres clásicos que nos transportan a nuestra infancia», recordó Matilda. 

Leonardo había abierto un restaurante  junto enfrente de La Pomme Rouge, hacía cinco años y ya iba por la segunda estrella Michelin. Todos los críticos gastronómicos habían elogiado su imaginación para interpretar platos típicos de la cocina italiana, y como no, su tiramisú se había vuelto el más famoso de todo París. A Matilda y a Leonardo se les  conocía cariñosamente como los chefs dulces, algo que a Matilda no le gustaba mucho. Para Matilda, Leonardo era un chef sin imaginación que sobrevivía copiando ideas de unos y de otros, como por ejemplo el huerto que había puesto a las afueras de la ciudad, después de que saliera un reportaje sobre el huerto de Matilda y la excelente calidad de los productos de su restaurante, y explicara que el secreto de su tarta de  manzana eran las manzanas que utilizaba de sus propios manzanos.

Cuando Matilda entro en la cocina con la cesta de manzanas para hacer su famosa tarta, se encontró con su asistente personal que le tendía un sobre.

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